Para lograrlo, en cada unidad didáctica se señalan
objetivos específicos y se ofrece una introducción
completa con los
contenidos a transmitir.
Se ha optado por una metodología
vivencial y visible, se proponen
actividades y dinámicas concebidas desde la óptica de la
cooperación o cocreación, que requiere que las niñas y niños trabajen de manera interactiva e interdependiente, completando las tareas específicas de forma que se visibilice tanto la interdependencia como la corresponsabilidad.
Las actividades propuestas requieren que el educador o educadora que las lleve a cabo se convierta en
articulador. Es decir, que realice una labor de guía o facilitador del grupo, interviniendo en los momentos necesarios para introducir conceptos o reconducir la marcha de la actividad, acompañando el resto del tiempo a los niños y niñas, procurando que sean los protagonistas del proceso y del aprendizaje. Para terminar proponiendo una actividad vivencial, el paso a la acción…
¿Y ahora qué?, porque “la única cosa necesaria para que triunfe el mal es que la gente buena no haga nada” (Edmund Burke).